ESPACIO TERRITORIAL DE CAPACITACIÓN Y REINCORPORACIÓN

En el corazón vibrante de las montañas del Tolima, donde el sol se levanta entre neblinas que parecen suspiros de la tierra, se encuentra el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de Icononzo, una aldea sembrada con sueños de paz. Allí, hombres y mujeres, que alguna vez caminaron senderos de guerra, tejen con sus manos historias nuevas, cultivando no solo la tierra, sino también la esperanza.

El camino hacia la paz no es recto ni fácil; está sembrado de piedras, dudas y memorias que pesan como plomo en los hombros. Pero en Icononzo, cada semilla plantada, cada palabra compartida, es una declaración de fe en un futuro mejor. Es un acto de amor por una Colombia que aún busca encontrarse, que se mira al espejo de su historia con la promesa de no repetirse.

Aquí, en este rincón mágico y olvidado, la paz es una mariposa que revolotea entre las manos de quienes se atreven a soñarla, conscientes de que, como toda mariposa, es frágil, pero infinita en su belleza.

LA PAZ NO ES COMO LA PINTAN

Lideresa de ETCR Esmeralda Zabala

Hacer la paz en Colombia es caminar sobre un sendero estrecho, cargado de sombras del pasado y espinas del presente. Es un acto de fe en un país donde el eco de los disparos aún resuena en los valles y montañas. La paz no se decreta; se construye con manos temblorosas que cargan heridas abiertas y corazones llenos de incertidumbre.

Es un diálogo constante entre quienes han sufrido y quienes han infligido dolor, un intento de tejer una historia común en un lienzo desgarrado. Las cicatrices del conflicto no desaparecen fácilmente; demandan paciencia, justicia y compromiso.

Hacer la paz en Colombia es un proceso lento, frágil, lleno de contradicciones, pero imprescindible. Es el mayor desafío y, a la vez, la mayor esperanza de nuestra nación.

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¿CUÁLES SON LAS PERCEPCIONES DE LOS INVESTIGADORES Y DEL ESTADO EN RELACIÓN AL PROCESO DE PAZ?

UN ICONO DEL CONFLICTO

Memoria viva. Eugenio María Machado Téllez

La guerra, con su incesante ruido de balas y sombras, no solo deja cicatrices en la piel, sino marcas imborrables en el alma de un pueblo. En Colombia, la violencia, que parece eterna como el río Magdalena, ha parido símbolos de resistencia que desafían el olvido.

En medio del miedo, las comunidades han erigido monumentos invisibles: un canto ancestral que se niega a morir, una mujer que cultiva la tierra tras haberla visto en llamas, un mural que grita las historias que el poder quiere callar.

La resistencia en la guerra no siempre se ve, pero se siente. Está en las miradas, en los abrazos que desafían el odio y en los relatos que, como semillas, se niegan a dejar de florecer.

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EL INICIO Y LA FIGURA DE MANUEL MARULANDA VELEZ

CAMINAR LA PAZ

Janet Morales. Lideresa cultural

La guerra no solo deja campos vacíos y ruinas humeantes; su herencia más cruel son las vidas olvidadas que se pierden entre sus cenizas. Son nombres que el viento se lleva, rostros que se desdibujan en la memoria colectiva. Son las madres que esperan por hijos que nunca regresan, los campesinos desplazados que dejaron atrás no solo su tierra, sino su historia.

En los márgenes de los combates, habitan los invisibles: los niños que crecieron con el sonido de balas como arrullo, los ancianos que llevan el peso de un dolor que no tiene palabras, y las mujeres que resisten en silencio, hilando futuro con retazos de un pasado roto.

La guerra no solo mata; silencia. Su verdadera tragedia son esas vidas que el tiempo no recuerda, pero que aún gritan desde el olvido.

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CAMINEMOS JUNTOS POR LAS HISTORIAS OLVIDADAS

¿QUÉ ES LA LIBERTAD?

Janet Morales. Lideresa cultural

La libertad, en el contexto del conflicto, no es un estado, sino un instante. Es el parpadeo de un fuego que lucha por no extinguirse en medio de la tormenta. En los territorios asediados por la guerra, la libertad se revela como un gesto efímero pero radical: el dibujo de una mujer desplazada en la arena, el canto de un niño entre disparos, la palabra dicha a pesar del silencio impuesto.

En el conflicto, la libertad no es un don, sino una resistencia: es hacer visible lo que el poder busca ocultar, dar cuerpo al dolor y a la esperanza. Cada acto de libertad es una imagen intermitente, una apertura fugaz en el tejido cerrado de la opresión, recordándonos que incluso en la oscuridad, algo siempre insiste en brillar.

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CUESTIONAMIENTOS DE LA LIBERTAD